viernes, 4 de abril de 2008

El hijo del ajedrecista

El hijo mayor de Gilberto Rodríguez Orejuela, Fernando Rodríguez Mondragón, cuenta en su libro “El hijo del ajedrecista” publicado el 10 de octubre de 2007 como fue la relación con su padre y como este construyo su gran imperio. En el texto, Fernando Rodríguez hace importantes revelaciones de cómo el máximo jefe del “Cartel de Cali” logro manejar casi todos los sectores de la sociedad colombiana.

Para empezar, Rodríguez Mondragón revela que su familia fue dueña del fútbol colombiano por medio del América de Cali por casi dos décadas. En esos anos se alcanzaron altos grados de corrupción incluso a nivel suramericano y hubo varios actos antideportivos. Además, muchos futbolistas, técnicos y hasta árbitros llenaron sus bolsillos gracias al dinero de los capos. Según afirma Rodríguez, algunos como Eduardo Pimentel, actual dueño del Chico, invirtió dinero en cargamentos de cocaína.

Artistas de talla mundial también sucumbieron al poderío de los Rodríguez. Como es el caso de Juan Gabriel que tentado por unos buenos pagos venia a presentarse a las fiestas privadas de la familia. Fiestas en las cuales también se hacían presentes mujeres de la farándula nacional, que vendían sus cuerpos por dinero.

La política colombiana también se vio ensuciada por dineros ilícitos, pues como es de conocimiento público el ex presidente Ernesto Samper financio gran parte de su campana gracias al dinero del “Cartel de Cali”. Lo cierto es que los Rodríguez no pararon de sobornar jueces y policías, con el fin de vivir en un entorno controlado por ellos y diseñado para sus necesidades. A tal punto llego el control de las autoridades colombianas por parte de los miembros de esta familia que si no hubiera sido por la intervención gringa, estos seguirían delinquiendo.

Queda en evidencia que el deporte, la política, la farándula, las autoridades, entre otros sectores de nuestra sociedad, sirvieron al “Cartel de Cali” por muchos anos. Esto no debería causar extrañeza, pues la familia Rodríguez llego a ser la mas rica de Suramérica, pudiendo así comprar a quien se le antojara. Lo cierto es que los mafiosos siguen controlando gran parte de Colombia, probablemente en menor medida, pero siguen causando los mismos males. Por eso, a los colombianos nos es tan difícil confiar en nuestras instituciones, pues no sabemos para quien trabajan en realidad. Y aquí sin recurrir al debate de la legalización de las drogas, si es oportuno decir que la ética dentro de nuestras autoridades prácticamente no existe y mientras eso no cambie, no habrá un desarrollo sostenido para nuestro país.

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